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Radio Jogoniando

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abril 07, 2011

Cosas de un pueblo, cualquiera...


El pueblo esperando que pase el Alcalde para pedirle el polideportivo
A propósito de mi Pueblo y el inicio de una contienda electoral más, que dejara a unos bravos, otros contentos y mucho por hablar...

A un alcalde le solicitan plata para un taxi con el fin de llevar un enfermo a la capital, los uniformes de un equipo de fútbol, los pollos para un galpón, la torta para la fiesta de los viejitos del pueblo, la construcción de un monumento, la pavimentación de un barrio, la reconstrucción de una casa que se incendio, la compra de una finca para una señora que se quiere ir vivir a otra vereda por que una vecina le hizo maleficio; también los andenes de un barrio, los novillos para una verbena popular, la construcción de un puente, los remedios de una viejita, las muletas de un lisiado, el cemento para unidades sanitarias de un barrio de desplazados, el polideportivo de una vereda, el tejado para una casa, los libros y los uniformes de los niños de un resguardo, trabajo para los hijos de la secretaria, y decenas y docenas de cosas y todos, si es necesario, le recuerdan que votaron por él, aunque muchos no dicen la verdad al respecto. Y el alcalde les responde que si eso fuera cierto no habría sacado mil quinientos votos en las elecciones si no diez mil, por lo menos. De todas formas, si puede, mete la mano al propio bolsillo, o al del pueblo, y algo aporta; o bien, lo manda al funcionario correspondiente para que inicie la gestión del caso, que es un corre -corre por oficinas durante varios días, pasando tantos papeles, que los empleados, jartos de tanta explicación, entregan de una vez un listado con la enumeración de todos los documentos que debe traer, los cuales, exigen otros mas, como pre-requisito.


Piendacity Mi pueblo...
En el pueblo, los únicos que no tiene cara para abordar al alcalde y pedirle un contratico, son aquellos que abiertamente pertenecieron al bando contrario y perdedor de las elecciones. Deben pasar la época de la vacas flacas hablando con los pocos amigos que le quedaron, sobre la mala administración actual y tratando de sobrevivir de la micro-empresa familiar de muñecos de peluche, vestidos con camisetas del Pasto, del América y del Cali, que le venden, preferiblemente, a los hombres en las cantinas cuando están bebiendo, pues, deben estar empecinados en promulgar la superioridad de su equipo favorito, o de lo contrario, el muñeco será un buen motivo para ello. En algunos casos, los políticos arruinados temporalmente se van para otras ciudades y pueblos, y regresan para la siguiente contienda electoral.

En ciertas ocasiones es tal la rivalidad entre los políticos locales, o tanta la egolatría de algunos, que a un mandatario no le gusta continuar con las obras que el anterior dejo iniciadas, aunque sean importantes, si no que hace otras, y pone una valla en la cual se lee en letra grandisima su nombre, y después la demás información, de la tal manera que las casetas comunales habitadas por los murciélagos, los polideportivos y los acueductos abandonados, parecen estar bautizados con su imprescindible renombre. De igual forma, aveces no se realizan las obras mas necesarias si no las mas vistosas, por que le dan prestigio al mandatario en la región. Por ejemplo, hay un pueblo que tiene serios problemas con el alcantarillado; sin embargo, el alcalde actual prefirió invertir en pavimentaciones, por que a los pies y a los ojos de toda la gente está su gestión. Pero un alcantarillado, no lo ve nadie. Si tal obra llegara realizarse, ¿Dónde pondría la placa que en futuras elecciones le servirá para demostrarle a la gente su magnifica administración, ya sea en favor de si mismo o de un pupilo? ...

Esta historia no es exactamente de Piendamó, es de un municipio cualquiera en el departamento d  Putumayo, pero es el reflejo de lo que es este pueblo o cualquier otro en el país. No se sientan tocados o alabados por los comentarios aquí surgidos... como dicen en la televisión cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Este fragmento fue robado de Kúndaye, Crónicas del Putumayo de Camilo Hernandez