kalambasadas

Pensamientos cortos, de una vida larga.

Radio Jogoniando

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abril 05, 2016

UN DÍA DE OSCURIDAD.

Este fue un día normal, casi igual a los demás, esos que pasan y a las pocas horas ya uno no se acuerda que hizo, que almorzó o con quien hablo, ni menos de que hablo con un compañero de trabajo. 

Todo parecía normal,  un día de  esos jartos para trabajar donde el tiempo no pasa rápido y tampoco hay planes para la noche, a pesar de ser un día viernes, que generalmente, es día de salir con los amigos a  la tienda de la esquina por un par de cervezas o planes de más categoría alcohólica y música a todo volumen. 

Era día de pago pero, anunciaron que no había dinero para ninguno en la oficina, por eso no quedo más remedio que poco antes de las cinco de la tarde, salir sigilosamente, huyendo de los compañeros de trabajo y de la mejor compañera de oficina que a su vez era la  jefa, pero, que a veces a último momento se inventaba tareas para hacerlo quedar a uno, un poco más. Salí en busca del hogar dulce hogar y huir de ese aburrido lugar, que  era en lo que se había convertido la oficina de trabajo este día, que no siempre estaba en ese ambiente triste y hostil pero, hoy si.

Con pocos pesos en el bolsillo, ganas de llegar a casa y no hacer nada, compro un par de cervezas en la esquina y  dos mil pesos de empanadas. El lugar de compras estaba diagonal a la oficina, enseguida de la universidad… un lugar nuevo, que pocas veces habíamos visitado, pero que con una sola ocasión,  basto para quedar encantados con el sabor de las empanadas y  salchipapas que ahí vendían.

Casi en silencio, solo pronunciando las palabras mágicas: -Por favor, me regala, me da, me vende,  muchas gracias y hasta luego. Llego a casa. Ya  el día estaba un poco oscuro, intento prender el bombillo, o foco como dirían los costeños del norte, no enciende; Me tropiezo con un par de papeles que estaban en el piso, sigo al fondo, busco la luz de la ventana y leo lo que ahí se anunciaba, cortaron la luz y el gas por falta de pago. 

Rematamos el día de noticias trágicas de esa manera…

- Noo… de  ninguna manera, grite en la oscuridad. - “Al mal tiempo, buena cara…”, como dice el refrán popular, y eso hice. Cante un poco mientras me duchaba con agua  bien fría, me  cambie de ropa, me coloque una chaqueta gruesa, que cubría muy bien el frío de la congelada Bogotá, me coloque un gorro de lana que recibí como regalo en Bolivia hace como 8 días que estuve por la Paz, en un encuentro de comunicación indígena,  y dije me voy a la calle a reírme de mi suerte y  a buscar con quien compartir  mis cervezas o quizás me invite a unas más y olvidar el raro día que estaba terminando.

Salí con mis empanadas y mis dos cervezas en la mano  a buscar un parque o un lugar para disfrutarlas, mientras esperaba encontrar a uno de los compañeros de trabajo, de los que había salido huyendo hace un momento.

A esas  alturas, más de una hora, desde que salí del trabajo,  las empanadas ya deberían estar frías, por eso pase por el local donde las compre,  y dije:

 - Por favor me las calienta que no alcance a comérmelas y se enfriaron. La sonriente chica que atendía, se veía más linda, que temprano, tal vez por que cambie de actitud y todo era más positivo a mí alrededor.  A los pocos segundos, regreso y  sonriente susurro, como si no quisiera que nadie la escuchara;

 – Aquí están.  Pero, perdone; Imagino que no lo recibieron en casa y le toco devolverse vecino.
 La sonriente mujer, que debía estar en un promedio de 20 a 23 años de edad, se acerco me entrego el paquete con las empanadas, seguidamente se quito, el gorro de chef que le obligan a usar, dejando por ver su cabellera, negra y  larga.

– Noooo, vecina. Le dije. - Fue algo peor, me cortaron  el gas y la energía  entonces, no puedo calentarlas ni menos, comerlas en casa. A lo que de inmediato  respondió, con una, aún más grande sonrisa y dijo que en media hora cerraban el negocio, que me comiera las empanadas y guardara las dos cervezas. A propósito no sé porque razón sabía que había comparado dos cervezas, si allí no las vendían y las llevaba en una bolsa negra dentro  de mi mochila Kankuama. Sin dudarlo respondí a  la propuesta;

-Que sea un trato amiga. Nos vemos en la  cuarta con Jiménez, en la banca que queda al pie del hotel de la esquina.

Así paso. En media hora, exacta, con bastante frió disfrutábamos  los dos, hasta ese momento desconocidos, de  las cervezas al clima y reíamos, sobre todo de mi tragedia, aunque luego  termino contándome que, a ella si la corrieron de la casa y su novio le había dicho que estaba cansado y no quería nada con ella ya. Eso apenas había sucedido el día anterior. Aunque él, su ex novio, había pasado todo el día timbrándole  al celular, ella no quiso contestarle, y me enseño las más de 40 llamadas perdidas de un número identificado como “Precioso”. Aun conservaba su número, y su nombre amoroso, como si tuviera esperanzas de volver con el, 40 llamadas perdidas más adelante. 

Ella no le había contestado pues decía que se sentía bastante molesta con lo que le había dicho y la forma poco caballerosa, de dejarla abandonada con palabras groseras, atrevidas y sin mayor explicación. Se terminaron las dos cervezas y por el frío que azota a esa hora la capital nos movimos del lugar. Ya eran como las 7:00 y algo de la noche,  y ante la situación económica de los dos, decidimos reunir monedas y comprar una caja de vino barato, al que yo le llamaba vaca vieja, la verdad no sé cómo es que se llama ese vino barato y hasta sabroso,  que los estudiantes universitarios, suelen tomar después de clases, especialmente los días viernes, o cualquier día. Creo su costo fue de 3500 pesos un litro. Lo compramos para ir a tomarlo en mi casa, en medio de la oscuridad que ahí reinaba por la ausencia de energía y de la compañera de apartamento que andaba de viaje y solo regresaría hasta el  martes próximo.

El reloj debía marcar ya más de las 8:00 de la noche y entramos en el calor de la casa, de ahí en adelante, todo fue risa, chistes, anécdotas y burlas a lo que nos estaba pasando y  con el calor del vino, parecía que nos conocíamos desde hace mil años, jugando a los pellizcos, los empujones suaves y leves, caricias y tocadas a las partes intimas. El tiempo y lo tragos hicieron efecto. Recuerdo que en un momento me dijo:

- Eeyy, cuidado, que apenas llevamos tres horas de conocernos y aun la herida está abierta en el corazón por lo que me hizo mi ex novio.  Pasaron  cinco minutos después de ese  comentario y ella estaba encima de mí, danzando sin ropa, enseñándome como se movían sus tetas, tamaño mediano sobre mi cara. Esta noche juntos y con la ayuda del  vino, encontramos como curar rápidamente las heridas de un desamor y las heridas de un día  raro que solo hasta ese momento empezaba a encontrarle el sabor y el gusto, que todos los días suelen tener.


Definitivamente fue un día raro con final feliz, aunque solo fue final feliz por esa noche, pues ella salió a las 5:30 de la mañana y dijo que no podía esperar a que amaneciera por que la tía, con quien estaba viviendo desde que peleo con su mamá, la regañaría. El día lunes, el martes y el miércoles pase, a las 9: 00, a las 1:00, a las 3:00, a cada rato de la mañana, de la tarde por el lugar de las empanadas, donde esperaba ver de nuevo  la sonrisa de mi amiga pero, ya no estaba ella. El miércoles en la noche me  arriesgue y pregunte a la nueva empleada que atendía el negocio de las empanadas y dijo que ella había renunciado el viernes anterior a  su labor, había dejado una nota de despedida y ya no regresaría más. Jamás volví a verle y ni siquiera  le pregunte su nombre.