Recuerdo
que cuando estudiaba, primero de bachillerato, en el Colegio Comunal
Nueva Granada de Cali, por allá en el año 1986, una “lucida”
profesora decía que habían estudiantes estúpidos, por no
responder adecuadamente a sus ilustres preguntas o no poder cumplir
con sus exigentes trabajos, sin tener en cuenta su condición social
y otros factores que inciden en la forma de vida de las personas.
Hace poco
tiempo una compañera de trabajo contaba como una niña enojada le
dice a su compañera de hazañas infantiles “estúpida para
siempre”, en ambos casos es tan solo algo risible comparado con lo
encontrado en el libro titulado “la historia de la estupidez
humana” de Paul Tabori, hoy he tomado algunas simpáticas
anotaciones de este libro y he visto como hoy en día en medio tanta
modernidad y desarrollo, la estupidez humana se mantiene y hay
quienes se sienten orgullosos de tan honorables esquemas de vida en
el que creen vivir.
“Algunos
nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay
individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría
son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus
contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal. Hacen
el papel del tonto. En realidad, algunos sobresalen y hacen el tonto
cabal y perfecto. Naturalmente, son los últimos en saberlo, y uno se
resiste a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez
equivale a la bienaventuranza...”
La
estupidez, que reviste formas tan variadas como el orgullo, la
vanidad, la credulidad, el temor y el prejuicio, es blanco
fundamental del escritor satírico, como Paul Tabori nos lo recuerda,
agregando que “ha sobrevivido a millones de impactos directos, sin
que éstos la hayan perjudicado en lo más mínimo”. Pero ha
olvidado mencionar, quizás porque es demasiado evidente, que si la
estupidez desapareciera, el
escritor
satírico carecería de tema.
“En su
inquieto (y fecundo) libro, Paul Tabori describe los aspectos
divertidos y las horribles consecuencias de la estupidez. El lector
ríe y llora (ante el espectáculo humano) y sobre todo reflexiona. A
menos, naturalmente, que el lector sea estúpido.”
A quien
va dirigido, en quien esta basada esta historia, puede ser usted
mismo, quien lee en este momento esta estupidez, ( aún no se ofenda,
lea primero el por que del asunto), y luego si dice, si tengo o no la
razón, o hasta donde es aceptable.
“Este
libro trata de la estupidez, la tontería; la imbecilidad, la
incapacidad, la torpeza, la vacuidad, la estrechez de miras, la
fatuidad, la idiotez, la locura, el desvarío. Estudia a los
estúpidos, los necios, los seres de inteligencia menguada, los de
pocas luces, los débiles mentales, los tontos, los bobos, los
superficiales; los mentecatos, los novatos y los que chochean; los
simples, los desequilibrados, los chiflados, los irresponsables, los
embrutecidos. En él nos proponemos presentar una galería de
payasos, simplotes, badulaques, papanatas, peleles, zotes, bodoques,
pazguatos, zopencos, estólidos, majaderos y energúmenos de ayer y
de hoy. Describirá y analizará hechos irracionales, insensatos,
absurdos, tontos, mal concebidos, imbéciles... y por ahí adelante.”
Aquí un
par de definiciones encontradas, que datan de hace algunos años
atrás pero que seguirán vigentes por mucho tiempo:
Hablando
a cerca de la burocracia, quizás la forma más costosa
de estupidez es la del papeleo. El costo es doble: la burocracia no
solamente absorbe parte de la fuerza útil de trabajo de la nación,
sino que al mismo tiempo dificulta el trabajo del sector no
burocrático. Si se utilizara en textos escolares y libros de
primeras letras un décimo del papel que consumen los formularios,
Libros Blancos y reglamentaciones, se acabaría para siempre con el
analfabetismo. Cuántas iniciativas frustradas, cuántas relaciones
humanas destruidas a causa de la “insolencia de los empleados”, a
causa del desarrollo múltiple y parasitario del papeleo.
En ese
camino de la burocracia aparecen los abogados, hablando de leyes; “La
ley es el fundamento del mundo”, dice una antigua saga. Pero
también, y con mucha frecuencia, la ley ha hecho el papel del tonto.
En nuestros días, un juicio consume quizás menos tiempo que en la
época de Dickens, pero cuesta cinco veces más. Los abogados viven
sobre todo gracias a la estupidez de la humanidad; pero ellos mismos
impulsan el proceso cuando ahogan en verborrea legal lo que es obvio,
demoran lo deseable y frustran el espíritu creador.
Desde el
principio del mundo hemos pagado el precio de nuestra estupidez, y
continuaremos haciéndolo hasta que eliminemos, mediante explosiones,
toda forma de vida de la superficie de la tierra...pero a nadie le
duele.
“Dígame...
¿duele ser estúpido?” Desgraciadamente, no duele. Si la estupidez
se pareciera al dolor de muelas, ya se habría buscado hace mucho lo
solución del problema. Aunque, a decir verdad, la estupidez duele...
sólo que rara vez le duele al estúpido”.
Bueno hay
mas estupideces, en las leyes, en las decisiones de los mandatarios,
estupideces disfrazadas de sabiduría para poder seguir dominando el
pensamiento de un pueblo que vive adormecido, por la misma estupidez
que a diario se ve en la televisión; Televisión que es una de las
herramientas principales para mantener a un mundo de estúpidos,
convencidos que la moda y las demás formas de vida, que muestran en
la televisión es la mejor manera de vivir. “Estúpidos para
siempre”
para
terminar esta estupidez, les dejo de la autoría de Julian Rodriguez,
un estúpido vallecaucano, de quien creo también se puede esperar
una genial estupidez, esta letra, de una de sus tantas verdades
convertidas en canción; ...“Colombia es un país de mares,
desiertos y guaduales, gobernado por políticos artríticos mentales,
que por décadas han hecho lo mismo, vivir del clientelismo,
ganándose el poder, repartiendo cachuchas y tamales...” ya vienen
de nuevo las campañas y las elecciones, otra vez ratones a elegir
gatos que los gobiernen se los coman.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario