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noviembre 20, 2013

Estúpido


Recuerdo que cuando estudiaba, primero de bachillerato, en el Colegio Comunal Nueva Granada de Cali, por allá en el año 1986, una “lucida” profesora decía que habían estudiantes estúpidos, por no responder adecuadamente a sus ilustres preguntas o no poder cumplir con sus exigentes trabajos, sin tener en cuenta su condición social y otros factores que inciden en la forma de vida de las personas.

Hace poco tiempo una compañera de trabajo contaba como una niña enojada le dice a su compañera de hazañas infantiles “estúpida para siempre”, en ambos casos es tan solo algo risible comparado con lo encontrado en el libro titulado “la historia de la estupidez humana” de Paul Tabori, hoy he tomado algunas simpáticas anotaciones de este libro y he visto como hoy en día en medio tanta modernidad y desarrollo, la estupidez humana se mantiene y hay quienes se sienten orgullosos de tan honorables esquemas de vida en el que creen vivir.

“Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal. Hacen el papel del tonto. En realidad, algunos sobresalen y hacen el tonto cabal y perfecto. Naturalmente, son los últimos en saberlo, y uno se resiste a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez equivale a la bienaventuranza...”

La estupidez, que reviste formas tan variadas como el orgullo, la vanidad, la credulidad, el temor y el prejuicio, es blanco fundamental del escritor satírico, como Paul Tabori nos lo recuerda, agregando que “ha sobrevivido a millones de impactos directos, sin que éstos la hayan perjudicado en lo más mínimo”. Pero ha olvidado mencionar, quizás porque es demasiado evidente, que si la estupidez desapareciera, el
escritor satírico carecería de tema.

“En su inquieto (y fecundo) libro, Paul Tabori describe los aspectos divertidos y las horribles consecuencias de la estupidez. El lector ríe y llora (ante el espectáculo humano) y sobre todo reflexiona. A menos, naturalmente, que el lector sea estúpido.”

A quien va dirigido, en quien esta basada esta historia, puede ser usted mismo, quien lee en este momento esta estupidez, ( aún no se ofenda, lea primero el por que del asunto), y luego si dice, si tengo o no la razón, o hasta donde es aceptable.

“Este libro trata de la estupidez, la tontería; la imbecilidad, la incapacidad, la torpeza, la vacuidad, la estrechez de miras, la fatuidad, la idiotez, la locura, el desvarío. Estudia a los estúpidos, los necios, los seres de inteligencia menguada, los de pocas luces, los débiles mentales, los tontos, los bobos, los superficiales; los mentecatos, los novatos y los que chochean; los simples, los desequilibrados, los chiflados, los irresponsables, los embrutecidos. En él nos proponemos presentar una galería de payasos, simplotes, badulaques, papanatas, peleles, zotes, bodoques, pazguatos, zopencos, estólidos, majaderos y energúmenos de ayer y de hoy. Describirá y analizará hechos irracionales, insensatos, absurdos, tontos, mal concebidos, imbéciles... y por ahí adelante.”

Aquí un par de definiciones encontradas, que datan de hace algunos años atrás pero que seguirán vigentes por mucho tiempo:

Hablando a cerca de la burocracia, quizás la forma más costosa de estupidez es la del papeleo. El costo es doble: la burocracia no solamente absorbe parte de la fuerza útil de trabajo de la nación, sino que al mismo tiempo dificulta el trabajo del sector no burocrático. Si se utilizara en textos escolares y libros de primeras letras un décimo del papel que consumen los formularios, Libros Blancos y reglamentaciones, se acabaría para siempre con el analfabetismo. Cuántas iniciativas frustradas, cuántas relaciones humanas destruidas a causa de la “insolencia de los empleados”, a causa del desarrollo múltiple y parasitario del papeleo.

En ese camino de la burocracia aparecen los abogados, hablando de leyes; “La ley es el fundamento del mundo”, dice una antigua saga. Pero también, y con mucha frecuencia, la ley ha hecho el papel del tonto. En nuestros días, un juicio consume quizás menos tiempo que en la época de Dickens, pero cuesta cinco veces más. Los abogados viven sobre todo gracias a la estupidez de la humanidad; pero ellos mismos impulsan el proceso cuando ahogan en verborrea legal lo que es obvio, demoran lo deseable y frustran el espíritu creador.



Desde el principio del mundo hemos pagado el precio de nuestra estupidez, y continuaremos haciéndolo hasta que eliminemos, mediante explosiones, toda forma de vida de la superficie de la tierra...pero a nadie le duele.

“Dígame... ¿duele ser estúpido?” Desgraciadamente, no duele. Si la estupidez se pareciera al dolor de muelas, ya se habría buscado hace mucho lo solución del problema. Aunque, a decir verdad, la estupidez duele... sólo que rara vez le duele al estúpido”.

Bueno hay mas estupideces, en las leyes, en las decisiones de los mandatarios, estupideces disfrazadas de sabiduría para poder seguir dominando el pensamiento de un pueblo que vive adormecido, por la misma estupidez que a diario se ve en la televisión; Televisión que es una de las herramientas principales para mantener a un mundo de estúpidos, convencidos que la moda y las demás formas de vida, que muestran en la televisión es la mejor manera de vivir. “Estúpidos para siempre”

para terminar esta estupidez, les dejo de la autoría de Julian Rodriguez, un estúpido vallecaucano, de quien creo también se puede esperar una genial estupidez, esta letra, de una de sus tantas verdades convertidas en canción; ...“Colombia es un país de mares, desiertos y guaduales, gobernado por políticos artríticos mentales, que por décadas han hecho lo mismo, vivir del clientelismo, ganándose el poder, repartiendo cachuchas y tamales...” ya vienen de nuevo las campañas y las elecciones, otra vez ratones a elegir gatos que los gobiernen se los coman.

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