Subir
caminos empedrados, bien empinados, tan elevados que en el día el
horizonte se confunde con las nubes a lo alto, cargando con 45kilos a
la espalda, de un pc, panelas, guineos, naranjas, galletas, pan y
unos dulces como regalos de los jóvenes participantes en los
talleres de comunicación, trae a mi cabeza imágenes de lo que
cuenta la historia, sobre esclavos subiendo a invasores en la
espalda, bajo el sol inclemente y recibiendo azotes como pago a su
servicio,y si le sumamos la viva imagen de las masacres ocurridas
desde l994 hasta comienzos de 2006, por los grupos paramilitares,
todo es algo confuso, dolor de un recuerdo que no es mio
directamente, se conjuga con la alegría de estar feliz en este
territorio por ocho días y recibir el afecto mas sincero de un grupo
de jóvenes, semillero de comunicaciones, es algo inexplicable,
indescriptible y mas cuando a mitad de camino te tomas un churro de
hierbas.
Si, esto
es Kankuamia un lugar lleno de magia, al menos creo lo es para
quienes vamos de afuera y llevamos un mundo diferente en nuestras
costumbres, a lo que aquí se vive. Es una historia novelesca,
macondiana, pintoresca, es un lugar lleno de magia,eso es en mi loca
cabeza, así lo convierto yo, es el mundo que se vive en Atánquez,
resguardo indígena Kankuamo, en el norte de Valledupar,
estribaciones de la sierra nevada de Santa Marta.
Escuchar
historias de la voz de un personaje como Justo Elias Gil, quita
después de las 8.00 dela noche el cansancio dejado por el trabajo,
durante todo el día. Historias sobre política y campanas
electorales ahora que desde las cinco de la mañana suenan por los
altoparlantes de la iglesia y del grupo opositor es muy divertido ,
hasta llegar alas historias de extraterrestres y cosas raras que
ocurren en Kankuamia, como por ejemplo, que en esta semana, se
sintieran tres terremotos bastante fuertes y se escuchara el rugir de
la tierra, como un ser gigante que reclama al hombre los males que le
causa. Cosas de un mundo maravilloso en la sierra nevada, habitado
por cuatro pueblos indígenas, que aun hoy se niegan a desaparecer y
hacer parte de quienes destruyen la madre tierra, aunque no todo es
color de rosa, pero, a mi solo me ha tocado la mejor parte de este
pedazo de historia.
7 y 45 de
la mañana, y a las 6 y 45 de la noche, mientras trato de encontrar
cual sera el camino correcto, el mas cercano, el de menos tropezones, (cosa difícil en esta parte del mundo) tratando de llegar de la casa
de don justo Elias y doña Francia, o hasta la sede de la emisora
Tayrona estéreo, voy saludando a las personas que a lo lejos me ven
pasar, como diciendo este no es de por aquí, que andará haciendo,
escucho que responden a mis buenos días, con palabras y sonidos un
poco difícil de traducirlas al español que me dio hablo...
juiiipii, ajaaaaauum, compaaaaaa, ijiji, jaean..., aidioooo... y
otros silbidos y gestos sonoros, que no doy para traducirlos pero,
que transmiten la confianza y alegría de seguir el camino con la
seguridad que ya saben que voy y que seguramente voy en la dirección
correcta, cosa real por que cuando me sentía que estaba perdido, ya
reconocida algo que me indicaba que estaba cerca y las señales
enviadas por la gente, los perros, y la naturaleza entera, las había
interpretado y aquí estaba, terminando una de las raras pero
anheladas tareas diarias en mi corta estancia en Atánquez.
Al
caminar por estas sendas de la vida, descubrí una vez mas que las
fronteras son barreras estúpidas que el mundo asumió para
discriminar, hacer sentir inseguros a los demás y que todos
tengamos que desconfiar de los demás, para convertir nuestras vidas
en un conflictiva competencia hacia el consumismo y el que dirán.
En algunos momentos, me fue difícil saber si esta en una vía
publica, o estaba en la cocina de una casa cual quiera, donde, sin
importar si era conocido o no, me decían, uiipi, compadre, adiooos.
Los limites entre una calle, un callejón y un camino, suele ser el
fogón de lena, la entrada al baño, o casi que la sala de una casa,
que lo es todo y nada a la vez. Claro a veces por no saber esas
fronteras y no estar tan demarcadas, por que las gente no las
necesita, los animales que tampoco saben de limitaciones, se meten a
la huerta vecina y se comen, las matas de yuca, maíz, ñame y otras
hierbas que ahora, gracias a gestión de varios lidere,s se están
reviviendo en las casas, que solo necesitan cercos, para que los
animales, no entren a saborear los nuevos manjares que ahora se
cultivan en medio de piedras, paredes de bareque y riachuelos casi
secos.
A Martín,
poeta, músico, locutor, y amante de la vida, le toco el domingo
pasado, dejar el taller de radio, en el cual nos encontrábamos, para
ir a rescatar al mulo, que fue sorprendido comiendo de los cultivos
de un vecino. Al regresar después de 45 minutos de caminata bajo el
sol ardiente de medio día, dice Martín...
-Pobre
animal no aguanto y se metió por el hueco y comió hasta que lo
pillaron, y me toco pagar fiao, 30 mil pesos por los danos que hizo,
fue poquito, cuando yo vi lo que había hecho dije aquí me toco
pagar las 100 barras, pero no, me cobro fue como por el daño pero, no
lo que realmente era. Sonríe, Martín, se seca el sudor y sigue,
seguramente ya estaba pensando ene escribir una canción sobre el
asunto,pues así son los poetas...bueno, mas apuntes sobre la hermosa
Kankuamia, seguiré anotando para una próxima ocasión.