kalambasadas

Pensamientos cortos, de una vida larga.

Radio Jogoniando

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febrero 26, 2014

Kankuamia

Subir caminos empedrados, bien empinados, tan elevados que en el día el horizonte se confunde con las nubes a lo alto, cargando con 45kilos a la espalda, de un pc, panelas, guineos, naranjas, galletas, pan y unos dulces como regalos de los jóvenes participantes en los talleres de comunicación, trae a mi cabeza imágenes de lo que cuenta la historia, sobre esclavos subiendo a invasores en la espalda, bajo el sol inclemente y recibiendo azotes como pago a su servicio,y si le sumamos la viva imagen de las masacres ocurridas desde l994 hasta comienzos de 2006, por los grupos paramilitares, todo es algo confuso, dolor de un recuerdo que no es mio directamente, se conjuga con la alegría de estar feliz en este territorio por ocho días y recibir el afecto mas sincero de un grupo de jóvenes, semillero de comunicaciones, es algo inexplicable, indescriptible y mas cuando a mitad de camino te tomas un churro de hierbas.


Si,  esto es Kankuamia un lugar lleno de magia, al menos creo lo es para quienes vamos de afuera y llevamos un mundo diferente en nuestras costumbres, a lo que aquí se vive. Es una historia novelesca, macondiana, pintoresca, es un lugar lleno de magia,eso es en mi loca cabeza, así lo convierto yo, es el mundo que se vive en Atánquez, resguardo indígena Kankuamo, en el norte de Valledupar, estribaciones de la sierra nevada de Santa Marta.

Escuchar historias de la voz de un personaje como Justo Elias Gil, quita después de las 8.00 dela noche el cansancio dejado por el trabajo, durante todo el día. Historias sobre política y campanas electorales ahora que desde las cinco de la mañana suenan por los altoparlantes de la iglesia y del grupo opositor es muy divertido , hasta llegar alas historias de extraterrestres y cosas raras que ocurren en Kankuamia, como por ejemplo, que en esta semana, se sintieran tres terremotos bastante fuertes y se escuchara el rugir de la tierra, como un ser gigante que reclama al hombre los males que le causa. Cosas de un mundo maravilloso en la sierra nevada, habitado por cuatro pueblos indígenas, que aun hoy se niegan a desaparecer y hacer parte de quienes destruyen la madre tierra, aunque no todo es color de rosa, pero, a mi solo me ha tocado la mejor parte de este pedazo de historia.

7 y 45 de la mañana, y a las 6 y 45 de la noche, mientras trato de encontrar cual sera el camino correcto, el mas cercano, el de menos tropezones, (cosa difícil en esta parte del mundo) tratando de llegar de la casa de don justo Elias y doña Francia, o hasta la sede de la emisora Tayrona estéreo, voy saludando a las personas que a lo lejos me ven pasar, como diciendo este no es de por aquí, que andará haciendo, escucho que responden a mis buenos días, con palabras y sonidos un poco difícil de traducirlas al español que me dio hablo... juiiipii, ajaaaaauum, compaaaaaa, ijiji, jaean..., aidioooo... y otros silbidos y gestos sonoros, que no doy para traducirlos pero, que transmiten la confianza y alegría de seguir el camino con la seguridad que ya saben que voy y que seguramente voy en la dirección correcta, cosa real por que cuando me sentía que estaba perdido, ya reconocida algo que me indicaba que estaba cerca y las señales enviadas por la gente, los perros, y la naturaleza entera, las había interpretado y aquí estaba, terminando una de las raras pero anheladas tareas diarias en mi corta estancia en Atánquez.

Al caminar por estas sendas de la vida, descubrí una vez mas que las fronteras son barreras estúpidas que el mundo asumió para discriminar, hacer sentir inseguros a los demás y que todos tengamos que desconfiar de los demás, para convertir nuestras vidas en un conflictiva competencia hacia el consumismo y el que dirán. En algunos momentos, me fue difícil saber si esta en una vía publica, o estaba en la cocina de una casa cual quiera, donde, sin importar si era conocido o no, me decían, uiipi, compadre, adiooos. Los limites entre una calle, un callejón y un camino, suele ser el fogón de lena, la entrada al baño, o casi que la sala de una casa, que lo es todo y nada a la vez. Claro a veces por no saber esas fronteras y no estar tan demarcadas, por que las gente no las necesita, los animales que tampoco saben de limitaciones, se meten a la huerta vecina y se comen, las matas de yuca, maíz, ñame y otras hierbas que ahora, gracias a gestión de varios lidere,s se están reviviendo en las casas, que solo necesitan cercos, para que los animales, no entren a saborear los nuevos manjares que ahora se cultivan en medio de piedras, paredes de bareque y riachuelos casi secos.

A Martín, poeta, músico, locutor, y amante de la vida, le toco el domingo pasado, dejar el taller de radio, en el cual nos encontrábamos, para ir a rescatar al mulo, que fue sorprendido comiendo de los cultivos de un vecino. Al regresar después de 45 minutos de caminata bajo el sol ardiente de medio día, dice Martín...
-Pobre animal no aguanto y se metió por el hueco y comió hasta que lo pillaron, y me toco pagar fiao, 30 mil pesos por los danos que hizo, fue poquito, cuando yo vi lo que había hecho dije aquí me toco pagar las 100 barras, pero no, me cobro fue como por el daño pero, no lo que realmente era. Sonríe, Martín, se seca el sudor y sigue, seguramente ya estaba pensando ene escribir una canción sobre el asunto,pues así son los poetas...bueno, mas apuntes sobre la hermosa Kankuamia, seguiré anotando para una próxima ocasión.