Deben ser como las 3:00
de la mañana, hay mucho silencio en mi habitación.
Vivo con mi familia en una casa antigua de paredes de adobe gruesas, con cielo falso hecho con esterilla de guadua, repellada con una mezcla de boñiga (estiércol de vaca), con paja, barro y los secretos de los abuelos para hacer de esta mezcla, un material resiste al paso del tiempo.
Por esta razón las habitaciones son prácticamente aisladas totalmente, por eso tengo miedo que aparezca aquel ser que todas las noches amenaza con devorarme o meterse dentro de mí y convertirme en un monstruo sin corazón (algo así como un político).
Vivo con mi familia en una casa antigua de paredes de adobe gruesas, con cielo falso hecho con esterilla de guadua, repellada con una mezcla de boñiga (estiércol de vaca), con paja, barro y los secretos de los abuelos para hacer de esta mezcla, un material resiste al paso del tiempo.
Por esta razón las habitaciones son prácticamente aisladas totalmente, por eso tengo miedo que aparezca aquel ser que todas las noches amenaza con devorarme o meterse dentro de mí y convertirme en un monstruo sin corazón (algo así como un político).
Es
que siempre, todas las noches, a la misma hora lentamente se va acercando, una
extraña figura que con sonidos bien raros y con un frio escalofriante, que
produce al acercarse, amenaza con saltar por la ventana de madera, cubierta por
una cortina blanca que no cubre nada y que mi mamá no ha querido cambiar y dice
que con eso basta.

Pero,
aun no aparece el fantasma de mis noches, temo que, al llamar al abuelo, venga
y al no ve aquel horripilante ser, entonces se burle de mí. Seguro que se reirá
y dirá que soy un simple cobarde que teme a la oscuridad, cuando eso no es
verdad. Además, cuando aparezca, el problema es que el miedo no me deja moverme
siquiera y no podre llamarle.
Es
el momento puntual de todas las noches, ya se aproxima, lo presiento, pues ya
mi cuerpo empieza a entumecerse perdiendo todo movimiento, mi cara se pone muy
fría y ese frío no me deja gritar.
Es poco el tiempo que ha
pasado y su sombra empiezo a verle subir lentamente por la pared de afuera, lo
veo por la rendija que queda debajo de la ventana. Ahora toca la cortina y esta
se mueve lentamente, empieza a subir y ya no puedo gritar, es tanto el frío y
la fuerza que hago para gritar que lo que consigo es orinarme de a pocos, y el
abuelo no aparece. Es muy doloroso este episodio que se ha repetido últimamente
todas las noches de todas las semanas. Y que tal que hoy si sea ese día en que
logre atravesar la ventana y meterse en mi cuerpo, o destrozarme de un solo
zarpazo. ¡Abuelo ayúdame! Si, por fin
logre gritar, espero que me escuche y venga con su arma poderosa a llevarse a
mi enemigo de todos los días.
Como un rayo de la nada
aparece el abuelo, se envuelve en una mortal lucha con aquel ser, abre la
ventana, tumba la cortina y cuando cae al suelo le tira el aparato misterioso
encima, y le dice:
![]() |
Artilugio para atrapar monstruos nocturnos. |
Para asegurarse de que
no pudiera regresar mi abuelo realiza un ritual muy bonito, ya no sentía frío,
ya no sentía miedo, solo éramos el abuelo y yo, danzando un poco, con un canto
raro que los indígenas amazónicos en una ocasión, en uno de sus tantos viajes
por la selva le enseñaron. Con un manojo de plumas, ortiga y hojas de
eucalipto, me da unos latigazos fríos y finalmente cuelga el famoso atrapa
sueños atrás de la ventana, con la promesa de que jamás lo quite de ahí.
Ninguna persona más en
la casa se dio cuenta de ese acto heroico y el abuelo me hizo jurarle que no le
diría a nadie, de lo que paso aquel día, porque si no regresarían más abominaciones
de esos bajos mundos y nos atacarían a todos, ese ha sido nuestro secreto hasta
hoy. Desde aquél día no volví a ver ningún ser extraño tratar de entrar en mi
habitación, y siempre estoy protegido por el atrapa sueños que es una mezcla
entre conocimiento indígena con tecnología extraterrestre.
Pero, todo eso no fue
gratis, mi abuelo en su lucha por protegerme, se agoto, se enfermo y a los tres
días falleció, tal vez, aun estaba dando la dura batalla por protegerme de esos
seres malignos que jamás pudieron hacerme daño, aunque haya muerto cuidándome. FIN.